Autonomía económica /opciones de subsistencia en la ciudad y en el campo

En muchos países del mundo, las mujeres sufren discriminación respecto los derechos de herencia y de propiedad. No están facultadas de poseer tierras, ni heredar bienes y patrimonio. Muchas veces les es prohibido abrir una cuenta bancaria sin el consentimiento de su cónyuge.

Menos del 10 % del patrimonio global en manos de mujeres

A nivel mundial, las mujeres disponen de menos del 10% del patrimonio global. A las mujeres se les impide actuar económicamente independiente, incluso, en algunos casos, les resulta imposible. Esto las hace depender de sus cónyuges, o bien, de sus familias.

Dicho de otro modo: Los recursos mundiales y los medios de producción están casi exclusivamente en manos de los hombres. Hasta la fecha, los acuerdos internacionales, como p.e. la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en ingles), han logrado muy pocos avances.

Según el “Informe sobre las Brechas de Género del Foro Económico Mundial 2014“, la brecha entre mujeres y hombres en materia de participación económica e igualdad de oportunidades es de un 60%.

Igual cualificación, menos salario

A menudo, el acceso al mercado laboral formal resulta para las mujeres más difícil que para los hombres. Esto es así incluso cuando las mujeres tienen una formación comparable o superior a los hombres. Igualmente cualificadas y realizando el mismo trabajo, las mujeres ganan menos que los hombres. Si los negocios no marchan bien, con frecuencia son ellas las primeras en ser despedidas.

Insiste el Informe sobre las brechas de género 2014 que, de seguir igual, recién en el año 2095 (!) se alcanzaría la igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito laboral.

Sector informal y trabajo del cuidado no remunerado

Para generar ingresos propios, las mujeres recurren frecuentemente al llamado sector informal. Trabajan como vendedoras ambulantes o en micro-empresas “de patio”, son asalariadas rurales o trabajan sin pago en la agricultura familiar.

La situación desventajosa se complica también porque las mujeres son, en su gran mayoría, las responsables exclusivas del trabajo doméstico y cuidado familiar (“care”). Les recae prácticamente todo - desde la educación de los niños y el trabajo doméstico, desde el cuidado de enfermos/as y de los/las mayores de familia hasta el apoyo mutuo entre vecinas.

El trabajo del cuidado raramente está remunerado, o bien, carece de cobertura social. En las estadísticas macroeconómicas el trabajo de cuidado no se tiene en cuenta, además recibe muy poco reconocimiento de parte de la sociedad.

Empoderar económicamente a las mujeres

El trabajo de cooperación del DMO en el ámbito “Autonomía económica/opciones de subsistencia en la ciudad y en el campo“ se sirve de dos estrategias para empoderar económicamente a las mujeres: Por un lado, se ofrece formación para las mujeres para que puedan calificarse, organizar su auto-sostenerse y vivir dignamente. Por otro lado, se fomenta su capacidad de incidencia y la organización gremial.

  • Creación/consolidación de pequeñas y medianas empresas rurales, artesanales y comerciales
  • Sistemas alternativos de producción y comercialización
  • Sistemas financieros alternativos (p.e. créditos accesible, capital semilla)
  • Fortalecimiento legal: derechos de herencia y de propiedad para mujeres y niñas, y generación del marco jurídico respectivo
  • Fomento de la gremialización, a favor de condiciones laborales justas y equitativas
  • Fomento de una nueva valoración del trabajo de cuidado, tanto en el ámbito privado como público, así como el fomento de su distribución equitativa entre los géneros (fomento de una “caring economy“)

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